Nieblas del Riachuelo
Hernán Oliva & Mito García
ans records - 1995
Hernán Oliva fue un enorme violinista. Un violinista de la calle y el cielo. Un violinista de jazz que tocó con los mejores de su época. A veces tocaba también con los ángeles y como a ellos, muy pocos pueden verlos.
Una tarde, –siendo yo un chico- lo
ví tocar su violín en una oscura pieza de la calle Yatay, él sentado en
una camita y mi viejo y yo en la otra.
Ese momento quedó grabado en mi
memoria, porque como a cualquier niño, el violín me parecía un extraordinario animal.
También Oliva era un animal extraordinario.
Hablaba otro idioma con su instrumento; y no porque no se pudiese entender lo
que su violín decía; sino algo muy distinto; lo difícil de describir era la
comunicación que existía entre ellos: hombre e instrumento.
Más tarde lo supe:
El amaestrador y las pulgas.
El mago y su asistente.
El ventrílocuo y su muñeco.
Hernán Oliva tocaba jazz, tocaba
tangos, podía tocar cualquier cosa y sonaba como escrita con sangre, con el
corazón entregándolo todo en un suspiro de madera antigua, de alma y estaño.
Personal
Hernán Oliva - violín
Mito García - piano
A veces aparecía por el boliche
de Corrientes y Lambaré a eso de las dos de la mañana y se tocaba la vida, y la
vida tenía unos colores increíbles, un sonido de rarísima selva urbana. Muchos
años después, cuando escuché discos de Stéphane Grappelli, Jean-Luc Ponty,
Federico Britos, Joe Venuti, Michal Urbaniak y algunos otros, tomé conciencia
de la verdadera dimensión de su inmenso
talento.
Había nacido en Chile y había
cruzado la cordillera para probar suerte con lo que mejor hacía: tocar el
violín. Lo hacía como pocos y siempre decía que se sentía más cómodo con el
jazz que con el tango.
Una vez escuché a Charles Bukowski decir que el arte en general no se lleva con la comodidad, y la verdad es una suerte que se hayan conservado algunas grabaciones de tangos, como “Nieblas del Riachuelo”, porque uno aprende a querer al violín un poco más, si acaso eso fuera posible, siendo porteño.
Grabado en los estudios ION de
Buenos Aires, bajo licencia de ans records, en 1995, acompañado maravillosamente
por Mito García, pianista y organista de importante trayectoria en los Estados
Unidos, este registro de sus sesiones contiene tangos imperdibles,
composiciones geniales de los más grandes maestros del género.
Dejo
en los “iluminados” de la lista de tracks, tres diademas de jade: “Silbando”, de
Sebastián Piana y Catulo Castillo, “Milonguita” de Enrique Delfino y Samuel
Linning y “Malena” de Lucas Demare y Homero Manzi, y quizá algún día, no
importa si en la Boca
o Palermo, caminando una noche o volando una mañana muy fría, nos encontremos
con este violinista impagable.
Tracks
1. Nieblas del Riachuelo (Cobian/Cadícamo)
2. Amurado (Laurenz/de Grandis)
3. Nunca tuvo novio (Bardi/Caruso)
4. María (Troilo/Castillo)
7. Barrio reo (Fugazot/Navarrine)
8. Ninguna (Fernández Siro/Manzi)
10. Recuerdo (Pugliese/Moreno)
11. Buen amigo (De Caro/Marambio Catán)
12. El enterriano (Mendizábal)