jueves, 27 de diciembre de 2007

Oscar Peterson




























Quienes hemos tenido la suerte de escuchar a este genial músico de jazz, y ni que hablar aquéllos que lo vimos en Argentina o en cualquier otro lugar del planeta, tenemos una razón para continuar navegando por este oscuro callejón sin salida fuera de la inmensa profundidad que nos ofrece el arte.

Julio Cortázar metaforizaba su estilo comentando que Peterson "descrucificaba las teclas del piano" en el memorable trío que el maestro canadiense nacido en Montreal, un 15 de agosto de 1925, compartiera con Ray Brown (b) y Ed Thigpen (d).

Yo personalmente lo ví flotar sobre el piano, sólo como un gigantesco cisne negro puede hacerlo, para entregarnos unas pequeñísimas lágrimas de diamante convertidas en lentejuelas de fantasía, al alcance de todo el mundo.

Sus maravillosos encuentros con Stephane Grappelli y con Ben Webster, podrían hacernos olvidar sus actuaciones junto a monstruos de la talla de Ella Fitzgerald, Billie Holiday, Frank Sinatra, Nat King Cole, Dizzy Gillespie, Joe Pass, Milt Jackson, Charlie Parker, Stan Getz, Lester Young, Louis Armstrong, Harry "Sweets" Edison y Niels Pedersen, para mencionar sólo una parte de la extensísima lista.

Brad Mehldau, (ahora uno de los mejores pianistas vivos del jazz)
tuvo la suerte de escuchar a Oscar Peterson, la primera vez que escuchó jazz, a los once años, cuando un amigo del padre le regaló un disco con Joe Pass en dúo, y se nota.


Sin pedir permiso se nos fue esta navidad dejándonos un increíble Requiem grabado en "Una noche en Viena".

Toda la lluvia caída en la tierra vuelve al cielo.

No hay compasión para nosotros.